Nuestro país necesita niños que puedan crecer sin miedos
En mi infancia, la palabra “explosión” no era una excepción del lenguaje, era parte del día a día. Las alarmas en el colegio no nos preparaban para temblores, sino para bombas. Había que saber correr, agacharse y esperar. Los recreos venían con instrucciones para salvarse.
Un día, siendo adolescente, la historia me tocó de frente. Mi papá tenía su oficina a dos cuadras del Centro 93 cuando explotó un carro bomba. Los destrozos fueron enormes y la afectación de los empleados, sin precedentes. El aire se volvió fuego, el silencio se rompió en mil cristales. Gente herida, olor a caos.
En 1989 estallaron más de 200 bombas. Ese año asesinaron a Luis Carlos Galán en una plaza llena de esperanza. En esa época fueron cayendo otros nombres que soñaban con cambiar el país: Carlos Pizarro, Jaime Pardo Leal, Bernardo Jaramillo, José Antequera,........
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