¿Cuáles son “los acuerdos que Chile necesita”?
“Los acuerdos que Chile necesita”. La frase se ha convertido en una muletilla transversal, repetida por políticos, empresarios e intelectuales como si encarnara una virtud incuestionable. Suena sensata, moderada, madura. Pero en realidad, es una fórmula vacía. Nadie explica con claridad cuáles son los acuerdos, en qué consisten, sobre qué materias concretas se proponen, ni con quiénes se busca alcanzarlos. Y probablemente no lo hacen porque, si fueran honestos, sabrían que esos acuerdos simplemente no existen. No al menos entre fuerzas que representan proyectos de país radicalmente distintos.
Esta frase, aparentemente razonable, ha servido más bien para disimular la renuncia a tomar posiciones. Se ha convertido en una coartada para la indefinición, en una forma elegante de no decir nada. Peor aún: ha sido el punto de partido de una larga cadena de reformas mediocres, promovidas no por su mérito intrínseco, sino por la conveniencia política de llegar a “algo” acordado, aunque ese algo termine siendo perjudicial para el país.
La reciente reforma de pensiones es un ejemplo elocuente. Presentada bajo el rótulo de “acuerdo necesario”, propone un préstamo forzoso de dudosa devolución, una licitación de stock que, a juicio de © El Líbero
