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Educación artificial

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El deslumbramiento con las herramientas artificiales de la “inteligencia” domina nuestra discusión pública y permea los contextos educativos. Y no es para menos. Lo que son capaces de ofrecer los modelos generativos de lenguaje como ChatGPT no puede sino despertar asombro, y no es extraño que en ciertos casos levante la pregunta sobre el futuro del trabajo y la potencial obsolescencia de ciertas competencias cognitivas humanas. La capacidad efectiva de estos sintetizadores de grandes volúmenes de información parece estar transformando nuestro modo de comprender la educación en todos sus niveles con enormes implicancias a nivel personal y público, aunque no necesariamente en la dirección que supone el alegre optimismo tecnológico.

Una mirada rápida a lo que ocurre en las universidades puede dar pistas sobre esto. Junto con ofrecer atractivas oportunidades para el aprendizaje -como la búsqueda focalizada de material, la elaboración de ejercicios matemáticos o la corrección de textos-, la IA admite usos que se han expandido con rapidez entre los alumnos y que, en su conjunto, van sustituyendo las actividades propias de estudiar y aprender: tomar apuntes en clases, leer y resumir textos, analizar datos de todo tipo, o estructurar o derechamente escribir informes o ensayos. Hay casos en que los profesores preguntan a sus estudiantes sobre los trabajos que en........

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