Contra la desconfianza, justicia
La desconfianza en las instituciones, sobre todo en las públicas, es un problema nacional de máxima importancia. La frustración social trae consecuencias: inhibición cívica, anomia, individualismo exacerbado, un ecosistema amigable para cualquier aventura y, como tal, implica riesgos serios para la paz, la estabilidad y la convivencia.
¿Por dónde empezar? Hay evidentemente mucho por hacer en una crisis múltiple, prolongada y profunda.
La institucionalidad es un tejido: se interconecta y como red, da seguridad. Se requiere de un conjunto institucional, pero hay que comenzar. El siempre necesario diálogo, la negociación entre los actores sociales, no está a la vista. Esa no es una cuestión menor. La existencia de una institución no depende de su nombre. Requiere de factores: organización, percepción de beneficio colectivo, transcurso del tiempo.
Así que no estamos ante una tarea fácil ni más o menos rápida, en un país cuyo cuadro social nos indica que las paciencia y perseverancia que hacen falta son dos materias primas escasas. La gente tiene conflictos que requieren soluciones razonables y en paz. Conflictos que afectan su libertad y su seguridad. Sus relaciones familiares, sus hijos. Su patrimonio, su propiedad. Sus relaciones económicas y laborales, sea como trabajador o como empleador. Sus relaciones con la autoridad a todos los niveles: para que el Poder Público Nacional, estadal o municipal, la Administración central o descentralizada dispensen seguridad y servicios y estemos........
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