Nuevas luces en la ganadería de Los Llanos
Salve, fecunda zona
que al Sol enamorado
Circunscribes
el vago curso, y cuanto ser
se anima
en cada vario clima,
Acariciado de su luz, concibes.
Inicia Don Andrés Bello su mítico poema a la agricultura tropical con una alabanza al Sol que siempre nos acompaña en su vivificante tránsito por la presumida soledad cósmica que nos arropa. Ese sol que es padre protector y luz que hace florecer pero también castiga con calor sofocante la vida campesina.
En los llanos venezolanos el sol calienta fuerte tanto en lo seco como en lo mojado y así lo quiere el llanero porque lo tiene en su sangre, en sus cantos y hasta la noche cuando lo desea para librarse de los espantos de la sabana.
Con este sol, con este modo de asumir la existencia bajo temperaturas que suman números al cielo, así se crían las vacas en los anchos potreros donde el arreo es una polvareda que preña al horizonte de un blanco efervescente que se mueve igual que una bruma distante sobre los caminos de un de una llanura entrañable adornada de aves en vuelo.
El ganado vacuno entró a Venezuela por las costas de Coro, se asentó en El Tocuyo y luego pasó a los llanos en donde se........
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