Los escándalos del poder judicial en el Zulia
«La justicia es la constante y perpetua voluntad de dar a cada uno lo suyo.»
Ulpiano
La afirmación del jurista romano Ulpiano resuena con una ironía dolorosa en el contexto actual de la administración de justicia, particularmente en el estado Zulia, Maracaibo. Si, como señala Pere Bonnin en «Los pobres jueces de la democracia«, «si la justicia no funciona, no hay democracia ni estado de derecho», entonces la situación que se vive hoy en nuestros tribunales es una severa advertencia. No lo decimos nosotros, lo dice la cruda realidad de las noticias que vibran en el tapete público por casos de corrupción, y lo confirma la práctica experiencial que, día a día, observa cómo la noble profesión de abogado se ve socavada. La evidencia empírica es contundente: pareciera que los clientes de los abogados debieran ser, en muchos casos, los «clientes» de los jueces y fiscales, en un preocupante giro que desnaturaliza por completo el rol del sistema judicial.
En medio de este panorama sombrío, es preciso reconocer la actividad sostenida y el empuje de la Fiscalía General de la República en la persecución de estos delitos. Lejos de ocultar las irregularidades, la Fiscalía está actuando con firmeza, sacando a la luz lo que otros intentan mantener bajo la alfombra. Su labor es vital para desenmascarar y sanear el sistema judicial zuliano, pisándole los talones a quienes, desde sus posiciones de poder, han permitido que la toga se llene de remiendos.
La primera afirmación de Bonnin subraya la crucial importancia de un sistema judicial eficaz como pilar de la democracia. Un poder judicial independiente e imparcial es la garantía de la igualdad ante la ley, la protección de los derechos fundamentales y el límite al poder. Sin esta base, la democracia se convierte en una fachada, y el Estado de derecho se desmorona, abriendo la puerta a la impunidad y la arbitrariedad. La........
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