Del Guaire al Turbio: Construir un futuro
Ha muerto el Sumo Pontífice Francisco, el papa de la humildad. Estoy segura que una de sus últimas peticiones al Altísimo, fue por esta humanidad que deja huérfana en un mundo en bancarrota. Francisco clamaba por la convivencia y la armonía del hombre y la naturaleza, dentro de su casa común, que es el planeta. Nada distinto a la creación en su origen, sino una vuelta a encontrar ese Paraíso terrenal donde Dios puso al hombre para que lo trabajase y desarrollara. El hombre lo ha hecho, pero después del pecado original, con toda la carga del castigo que se traduce en fatiga, sudor y lágrimas, en agresividad entre los mismos hombres por ambición, posesión y explotación de unos contra otros. El planeta gime con dolores de parto, esperando algo nuevo que nos saque de tanto egoísmo opresor, de tanto materialismo sin horizonte.
Necesitamos vivir y soñar. El ser humano no se conforma con ser, comer, tener resuelto sus medios de supervivencia, dormir y descansar. Dios lo dotó de capacidad más altas, en las regiones del espíritu, para disfrutar los alances de la inteligencia, la cultura, el arte, la ciencia, la fantasía y sobre todo, de la fe. La fe mueve montañas, la fe nos da alas, nos remonta a las alturas infinitas y nos hace descansar confiados y seguros, en los brazos del Señor. ¡Bienaventurados los que tienen fe!
Los que creemos vemos........
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