Cuando la espera no es pérdida, sino preparación
Estamos en el mes diez del año. Octubre trae consigo una especie de campanazo interior: muchas personas hacen un balance silencioso de lo que se prometieron en enero y lo que realmente han logrado. Algunos miran atrás con satisfacción, pero muchos otros sienten frustración, desánimo o la idea de que “ya no hay tiempo”. Los proyectos que parecían tan claros al inicio se han ido diluyendo entre obligaciones, imprevistos o falta de energía. Y entonces aparece esa voz interior que dice: “este año ya se fue”.
Sin embargo, no siempre la demora es sinónimo de pérdida. La Biblia nos muestra ejemplos inspiradores de tres mujeres que ilustran mensajes profundos: Sara, Ana e Isabel. Todas vivieron largos periodos de espera en los que sintieron que su tiempo había pasado. Sara se rió incrédula al escuchar la promesa de que tendría un hijo en su vejez. Ana lloró con amargura durante años por lo que........





















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