Realismo mágico
Escuché, durante casi tres horas, el discurso del presidente el pasado 20 de julio.
Casi tres horas completas, sin pausas, sin intermedio, sin escape. Y cuando terminó, no sabía si había asistido a la instalación del Congreso o estaba escuchando al último Aureliano Buendía. Porque lo que escuché no fue un balance de gobierno sino un relato de realismo mágico. No se parecía al país que habitamos, sino a una patria donde el tiempo no pasa, pero los logros se acumulan por decreto.
Y es que yo, sinceramente, quiero vivir en ese mundo. En ese mundo, los bandidos se están reinsertando, las disidencias conversan en círculos de paz, y 662 municipios no........
© El Heraldo
