Más allá del microcrédito: el reto de reconocer a las emprendedoras como el motor de desarrollo del Caribe
En la región la economía invisible tiene rostro femenino. Más del 60 % de la población ocupada en ciudades como Sincelejo (68 %), Riohacha y Valledupar (63,6 %) trabaja en la informalidad, un porcentaje que supera con creces el promedio nacional del 55 %. A esto se suma un desempleo del 11,2 % entre ellas, casi cuatro puntos por encima del masculino (7 %), según el DANE (abril-junio 2025). En medio de esas brechas, miles de emprendedoras levantan negocios que sostienen familias, financian la educación de sus hijos y preservan saberes culturales. Sin embargo, su impacto social es tan grande como invisibilizado.
No obstante, sus ideas de negocio trascienden las cifras tradicionales de ventas o empleos. Cada unidad productiva, por pequeña que parezca, dinamiza la economía local, garantiza la seguridad alimentaria en zonas rurales y teje redes de cuidado comunitario donde el Estado difícilmente llega. Pero la mayoría surge más por necesidad que por oportunidad: en un contexto marcado por el turismo estacional, la ruralidad y la debilidad industrial, emprender se convierte en la única salida ante un mercado laboral cerrado para ellas.
Brechas que frenan el crecimiento
Los datos nacionales confirman el rezago. Según el último........





















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