El duelo que somos
Es un completo sinsentido que el pasado trece de agosto un hijo haya enterrado a su padre al tiempo que un padre haya enterrado a su hijo porque la violencia a la que nos hemos acostumbrado casi de forma patológica así lo dictaminó. Una más, como tantas y tantas otras veces. Aquí estamos frente a otro asesinato que enluta no solo a una familia, sino también a un país. La consumación de la muerte de Miguel Uribe Turbay confirma que Colombia es un cuerpo de incontables heridas abiertas. No somos una nación, somos un dolor agudo que no cesa.
Las coincidencias funestas ya hacen parte de nuestra cotidianidad. Apena profundamente que el mismo día de........
© El Heraldo
