LA SOLEDAD COMO OPCIÓN DE VIDA
Uriel Escobar Barrios, M.D.
Vivimos en una era de la hiperconexión. Las redes sociales, los mensajes instantáneos y las plataformas digitales prometen acercarnos, pero, paradójicamente, la soledad se ha convertido en una realidad creciente, especialmente en los países más desarrollados. No obstante, a diferencia de la soledad impuesta —aquella que nace del aislamiento social o la falta de vínculos—, existe una soledad elegida, una decisión consciente que puede ser un camino hacia el autoconocimiento y el crecimiento personal. Psicológicamente, la soledad ha sido estigmatizada como sinónimo de tristeza o fracaso; pero estudios recientes demuestran que, cuando es voluntaria, puede tener efectos positivos en la salud mental. La soledad permite reflexión y autoconocimiento: alejarse del ruido externo facilita el diálogo interno, clave para entender deseos, miedos y metas; reducción del estrés: la presión social y las expectativas ajenas suelen generar ansiedad. Asimismo, ofrece un respiro e impulsar la creatividad: artistas, escritores y pensadores históricos han encontrado en la soledad un espacio para la inspiración. Sin embargo, cuando la soledad es involuntaria, puede derivar en problemas como depresión o ansiedad. Aquí radica la diferencia esencial: la soledad sana es una elección, no una imposición.
En naciones como Japón, Suecia o el Reino Unido, se ha convertido en un fenómeno masivo. El envejecimiento poblacional, las dinámicas laborales exigentes y el declive de las estructuras familiares tradicionales han contribuido a este aislamiento. Un caso emblemático es el Ministerio........
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