“Un canto a la mujer que nos dio todo”
Hoy, en este Día de las Madres, hacemos una pausa sagrada… No para llenar el aire de frases vacías, sino para pronunciar con el alma el nombre más grande y más silencioso de todos: “madre”.
Hay una mujer que tiene algo de Dios… No porque tenga alas, sino porque su amor no conoció medidas. Es la mujer que, aunque cansada, sigue adelante por sus hijos; la que, sin saberlo todo, lo comprende todo; la que, en la pobreza, se siente rica con una simple sonrisa; y en la riqueza, lo entrega todo sin pedir nada. Es esa mujer que, siendo frágil, se vuelve roca cuando el dolor toca la puerta; la que ríe cuando todos callan, la que se queda despierta mientras el mundo duerme; la que da sin cálculo, ama sin condiciones y ha perdonado antes de que le pidan perdón.
Esa mujer, que llamamos “mamá”, está en cada gesto sencillo y profundo. En el aroma del hogar, en el consejo oportuno, en el silencio que acompaña y en la caricia que sana. A su lado, la vida es menos dura, el camino menos largo, y el miedo, más pequeño. Pero muchas veces no la valoramos........
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