Religión y política, mezcla fatal
En el mes dedicado al derecho de la libertad religiosa, de cultos y conciencia en un país “plagado” de sectas y movimientos, muchos válidos según la ley y la constitución, otros que aparecen de la nada y se desvanecen de la misma manera; garajes, rituales que conectan con todo menos con la divinidad, “pastorcitos mentirosos”, y lo peor, fieles explotados en su ingenuidad e integridad; evocando este derecho valdría la pena preguntarnos hoy ¿por qué los grupos religiosos se meten en política? ¿por qué son sus fieles apetecidos por los políticos para ponerles votos? ¿por qué la religión se contamina con los políticos, muchas veces, corruptos y deshonestos?
Que defendamos el derecho a la libertad religiosa está bien; lo reprochable es que, siendo entidades religiosas participemos de manera tan directa y clara en las administraciones municipales y en la toma de decisiones trascendentales para todos los ciudadanos. Ellos – los movimientos religiosos y sectas –guiados por sus líderes, casi siempre pastores, hacen concesiones electorales y ayudan y apoyan candidatos, potencialmente los más seguros de obtener la victoria, y les colocan todo el potencial humano de sus iglesias para ganar y después tener el derecho de exigirles a éstos el cumplimiento de los compromisos adquiridos. Religión y política mezcla fatal. Esos........
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