Los comensales del cardenal
Sentarse a la mesa a comer es el acto más humano y bondadoso que la cultura nos ha enseñado; en una comida Jesús nos dejó su entrega amorosa en la eucaristía, en una comida decidimos qué hacer y cómo hacerlo, un negocio, un viaje, una fiesta, o cualquier hecho por pequeño que sea, en torno a la mesa, queda definido. El lunes pasado, el cardenal, monseñor Rueda Aparicio, invitó a altas personalidades del país, para pensar, dialogar y buscar salidas “civilizadas” a las coyunturas que se viven, especialmente la del uso indebido de la palabra, que muchas veces incendia los ánimos.
Se reunieron para almorzar, en una mesa redonda, bien dispuesta, de tal manera que se vieran todos a la cara, en el mismo palacio arzobispal, no en un restaurante, porque los amigos se reciben en casa; se sirvió pescado, una deliciosa ensalada marinera, sopa de alcachofas, postre y café. Todo estaba debidamente preparado. A lado y lado del cardenal se situaron, uno a su derecha y otro a su izquierda, dos de los protagonistas más importantes del almuerzo, el Sr. presidente de la República, paradójicamente a su derecha, y el presidente del Senado, a su izquierda. Alrededor, presidentes de las Cortes, el procurador, el contralor, el registrador nacional, la defensora del pueblo y los obispos de la mesa directiva de la Conferencia Episcopal de Colombia.
De la reunión no se dijo mucho, salvo que fue cordial, respetuosa y magistralmente dirigida por su anfitrión, el cardenal Rueda. De allí salió........
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