El pasado martes hacia la una de la tarde en inmediaciones de la Terminal de Transportes de Pereira, dos hinchas del mismo equipo, el Nacional de Medellín, se agredían mutuamente, las razones no las sabemos, lo único que vimos en las redes era la manera cómo Diego Muñoz, alias “Chispas”, caía apuñaleado en varias ocasiones por su compañero de barra, los piratas, como se hacen llamar. Juzgar los antecedentes no me corresponde, ellos y todas las barras de los equipos andan, en su mayoría, armados. El fútbol es una pasión que muchas veces desborda sentimientos. Las barras hacen parte de una cultura válida y respetable; los equipos se vuelven como el aire que respiran, no hay distancia ni obstáculo que los detenga para verlos competir: andan en manadas, se llaman por nombres muchas veces retadores, “la furia Matecaña”, “los saltarines del poder” o poderosos, o “los piratas” como en este caso. Son grupos y clanes sin distinción de color o estatus, los hay desde los más ricos hasta los más necesitados, mujeres, hombres y niños las conforman.

Las autoridades Pereiranas en cabeza del Secretario de Gobierno, Dr. Jorge Mario Trejos, junto al Coronel de la Policía Nacional, Miguel Cabrera, minimizaron el suceso, afirmaron que “no fue entre bandos contrarios, que la disputa era entre amigos”, y que, en pocas palabras, el “partido programado se realizaría”. ¿Qué pasa en esta sociedad? ¿Una sola vida de un hincha no........

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