PARA DESPEDIR A UN MAESTRO…
Neverg Londoño Arias
A la memoria de Luis Alberto Henao Betancur.
Cumplida su misión sobre la tierra solamente tomó lo único que podía llevar: los recuerdos buenos, los libros más queridos que ocupaban los espacios de la memoria, la sensación de entregar el corazón en el aula de clases, las canciones de las tardes “sin hacer nada”, los tangos que acompañaban las tertulias de los sábados en noches de lluvia; el recuerdo grato de la Pereira del alma, sus calles, sus montañas, la estrella rutilante de su equipo de futbol, las noches de bohemia, la sonrisa de una hija, y la imagen de la mujer que lo acompañó sin reparos hasta el final.
En el último momento, recordó con la placidez de los mejores momentos los arrebatos de los años locos cuando hizo las cosas a su manera, el desorden de la soledad y los vacíos, y también como en una lucha consigo mismo elaboró su propia salvación bajo la tutela de un grupo de hombres de palabra que aún buscan su redención entre los espacios reducidos de dos letras.
Formado en la rigidez de la academia, las luchas sindicales del magisterio y el debate político y académico, pensó por última vez en sus estudiantes, maestras, maestros y profesionales que asesoró y ayudó a formar, participar en sus logros y verlos ascender tras los traspiés de la politiquería y las disquisiciones de los........
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