Los pedagogos malditos
Gonzalo Hugo Vallejo Arcila
Los dramáticos acontecimientos del “mayo francés” (1968), procrearon una pléyade de pensadores iconoclastas (“Prohibido prohibir”) que irrumpió en el escenario político y humanista europeo. Hablamos de Michel Foucault, Roland Barthes, Jacques Derrida, Pierre Bordieu, Jean Braudillard, Lucien Goldmann y Henry Lefevbre. Recordamos, entre otros, al antisiquiatra sudafricano David Cooper (“Educar a alguien es conducirlo fuera y lejos de sí mismo”); al pedagogo británico Everett Reimer (“La escuela ha muerto”) y, en especial, al maestro francés Jules Celma, proscrito por sus invectivas condensadas en su libro “Diario de un educastrador” (1975). Las visiones distópicas de estos maestros disidentes tuvieron eco en América Latina y fueron adoptadas por pedagogos de la talla de Paulo Freire, Francisco Gutiérrez, Tomás Emilio Vasconi y Enrique Dussel y otros más.
Recordamos las palabras irreverentes de Jules Celma con las cuales enjuiciaba el papel neurotizador, represivo, necrótico, objetivizador, cosificante y embrutecedor de la escuela como una vetusta institución surgida hace más de 500 años al lado de las cárceles, los cuarteles y los manicomios (“La escuela, el liceo, la facultad: un pantano de mediocridad e inconsciencia. No hay un medio más descompuesto, conservador, limitado y aburridor”). Su pensamiento irredento sigue vigente cuando hoy día, observamos inermes nuestro secular sistema educativo engastado en rocambolescos oropeles fraseológicos, shows mediáticos y circenses, retóricas planeacionales, hojalatas populistas donde se rinde culto a una mentirosa cobertura y a una educación sin calidad, henchida de burócratas, pletórica de formatos, vanas quimeras, esquemas importados y procedimientos reglamentaristas…
Estos dispositivos conductistas........
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