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Elogio del olvido (I)

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20.06.2025

Mario Benedetti en su poemario de 1995 afirmaba que “El olvido está tan lleno de memoria / que, a veces no caben las remembranzas / y hay que tirar los rencores por la borda”. A su vez, exhortaba a repasar textos y contextos que han delineado esa cruzada peregrina, un vano intento de escritores, pensadores y humanistas por penetrar en esos laberintos minotáuricos donde habita el olvido y auscultar sus vagos y claroscuros designios. “La vida sería imposible si todo se recordase. El secreto está en elegir lo que debe olvidarse” (Roger Martin du Gard); “El olvido es una de las formas de la memoria, su vago sótano, la cara oculta de la moneda” (Jorge Luis Borges); “Más vale que no tengas que elegir entre el olvido y la memoria” (Joaquín Sabina).. Hoy día, aún seguimos discutiendo sobre la (in) utilidad de la memoria y la validez del viejo aforismo: “Vivir es recordar, olvidar es morir”.

Hay hechos que enaltecen las bondades del recuerdo. Hay otros donde rememorar una masacre sirve de pretexto, en el marco de un frágil y trémulo acuerdo de paz, para mejorar las condiciones de vida de una comunidad. A veces la historia se repite como tragedia ineluctable, otras tantas, como fábula y ficción. En todas ellas cunde la farsa y lo mítico y se evocan ayeres desfigurados por el miedo y el desarraigo. Todos, de alguna forma, hemos presenciado y/o participado en aquellas piadosas y albugíneas marchas donde se pronuncia el “nunca más”, mientras los cruentos y escabrosos sucesos que convulsionan la historia de “la patria boba”, siguen sumando páginas a las narrativas de horror, dolor y desolación que se siguen escribiendo. Milán Kundera, desde su insoportable levedad, decía que la pugna del individuo contra el poder, es la lucha de la memoria contra el olvido.

Ante los carteles de “Búsqueda inversa” de........

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