CIUDADES VIVAS
De mi madre heredé la fobia a las “Bulungueras” -como ella las llamaba- término referido a los espectáculos masivos. De tal manera, solo iba al estadio a acompañar al Deportivo Pereira en ciudades cercanas y una vez me atreví a ir a Bogotá para un partido de la Selección Colombia en sus épocas de gloria. De resto, y a raíz de que las barras bravas convirtieron esos espacios para armar guerras sin sentido o peor aún entre hinchas del mismo equipo como pasó en días pasados con muerto abordo pues, simplemente, no volví. Recuerdo una vez en Armenia, contra el Quindío, en tremendo aguacero y me dieron ganas de hacer chichí; fui a los baños, en el estadio antiguo, y los orinales, no sé quién los diseñó -imagino que un gringo- eran inalcanzables; había que apuntar hacia arriba y el resultado, imagínenselo. En columna........
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