Otras masculinidades
Por Andrés García
Pensar y repensar el rol que el hombre ha desempeñado y desempeña actualmente – entiéndase lo perteneciente al género masculino, que para efectos del presente análisis no entraré a controvertir con lo que algunos filósofos contemporáneos han asociado con la performatividad del ser, la gran diferencia entre sexo y género, frente a lo cual estoy completamente de acuerdo – me conduce a reflexionar acerca de qué es lo masculino y con qué tipo de comportamientos, actitudes y acciones suele ser asociado y convalidado.
De niños la cultura occidental nos inculcó una escenografía y una topografía de la masculinización. La matriz de poder, de la que hablan reconocidos filósofos contemporáneos, construye, delimita el actuar y casi el deber ser, el sentir de lo masculino, so pena de no serlo: “Los hombres no lloran”; “los hombres en la cocina huelen a mierda de gallina”; “el hombre es como el oso, entre más feo más hermoso”; “los hombres no juegan a las muñecas”, etc.; sin embargo, ya de grandes, la familia demanda que este exprese sus emociones y no se las guarde, colabore con los quehaceres domésticos, tienda la cama, barra, cocine y lave la loza, cuide de su salud y de su aspecto personal. Ahí si el oso ya no aplica. ¡Qué contradictorio!
¿Cómo llegó a entenderse la materialidad del sexo como aquello que solo responde a construcciones culturales? Si lo femenino, y lo relativo al feminismo, es asunto de análisis, problematización, reflexión, discusión, diálogo, debate, interpretación ¿Da la cultura por sentado qué es lo masculino? ¿Qué significa la masculinidad? ¿Qué no significa? ¿Existen espacios para observar y por qué no ampliar el concepto de lo masculino? ¿Cuál es la ética de lo femenino y de lo masculino? ¿Existe acaso una ética y, en caso afirmativo, en qué........
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