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Lecciones de ‘El infinito en un Junco’

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En u Uno de los recientes textos que he leído ha transformado especialmente mi mirada ante estos héroes del tiempo, objetos resilientes, evolutivos, silenciosos, próceres, libertarios, contestatarios, genuinos, mártires, dolientes, sintientes, testigos de la civilización desde hace más de 5 mil años: Los Libros.
Gracias a la autora de El Infinito en un Junco, la filóloga y escritora española nacida en Zaragoza, Irene Vallejo, premio nacional de Ensayo, he podido conocer a fondo todo lo que guarda la historia de la invención de un artefacto tan especial como lo es un libro. Damos por sentado que este compañero leal, de tapas duras, hojas prensadas con historias y contenidos reveladores, existió tal cual los conocemos desde sus inicios, ignorando por completo su proceso evolutivo quizá tan complejo y fascinante como el propio desarrollo ontogenético y filogenético del hombre.
Y es que al igual que la raza humana, los libros han tenido su propio proceso darwiniano. En la antigüedad los primeros textos fueron escritos en cavernas, sobre piedras, barro, madera, metal y posteriormente lozas y otros materiales pesados que dificultaban su circulación. Posteriormente los egipcios transcribieron sus pensamientos en el Junco de Papiro, el cual hunde sus raíces en las aguas del río Nilo, lo cual representó un avance significativo por vestir el aire. Rollos de papiro con manuscritos comenzaron entonces a llegar a la Biblioteca de Alejandría, uno de los grandes tesoros de la humanidad, legado de Aristóteles en Grecia. Y así de Egipto a la ciudad de Pérgamo en Turquía, de donde proviene el término pergamino, en........

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