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Contra lo efímero y lo voraz

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04.05.2025

Quienes me leen en este periódico una vez al mes saben que rara vez hablo de mi vida privada, entre otros motivos porque soy consciente ... de que a nadie le interesa que las escritoras (y los escritores) usemos estos espacios para contarles nuestras cuitas. Sin embargo, muy de vez en cuando siento la necesidad de escribir y compartir una reflexión estimulada por un evento de mi vida cotidiana porque intuyo que resonará en ustedes si han tenido vivencias similares o porque espero que encuentren en mis palabras un reconocimiento de sus propias emociones e intuiciones, herramientas para hacer memoria o para pensar el presente. Hace un mes les conté sobre mi mudanza, sobre lo que se pierde y sobre lo que permanece cuando una cambia de hogar y de territorio. Pues bien: hoy les quiero hablar sobre echar raíces, literal y metafóricamente, no tanto por mi circunstancia personal –que también– sino porque esa es una de las ideas principales del primer libro que he leído en este nuevo hogar que ahora habito: 'El jardín contra el tiempo. En busca de un paraíso común', de Olivia Laing, traducido por Lucía Barahona y publicado por la editorial Capitán Swing.

Mientras desembalamos las cajas de objetos más necesarios y empezamos una limpieza titánica de la casa, —la dueña anterior, además de ser una mentirosa redomada, es, visto lo visto, tremendamente sucia— miramos, a través de los ventanales, cómo la hierba, las zarzas y las ortigas crecen salvajes alrededor de la casa. Nos hemos propuesto no ceder a la tentación de quitar la mayoría del césped —un invento absurdo de domesticación de la naturaleza que únicamente da trabajo— y comenzar un huerto: tenemos demasiadas faenas y la casa requiere tiempo que no podemos invertir en preparar la tierra y la almáciga,........

© El Diario Vasco