La paz por la fuerza
El presidente estadounidense, Donald Trump / Suzanne Plunkett/PA Wire/dpa
El acuerdo de Gaza, celebrado como un triunfo de la diplomacia, consagra en realidad la victoria de la fuerza. Es la paz impuesta por quien puede imponerla, la tregua del vencedor que dicta las condiciones. Donald Trump, investido como gran árbitro del mundo, ha puesto fin a la guerra en Oriente Próximo no mediante el diálogo ni el respeto al derecho, sino con la lógica de los bombardeos. Y recibe el aplauso, explícito y cómplice, de una comunidad internacional que hace tiempo renunció a distinguir entre la legalidad y la conveniencia.
En su discurso ante el Parlamento israelí, el presidente Trump habló del «amanecer histórico de un nuevo Oriente Medio», pero aquí lo que ha amanecido es la confirmación de que la fuerza es el único lenguaje que las naciones entienden, y de que la paz, si llega, no es resultado del consenso, sino del sometimiento. Trump ha logrado detener de momento la guerra –y eso no es poca cosa–, pero su éxito se basa en la aceptación universal de un orden sin derecho, una arquitectura del poder sin ley.
El acuerdo de Sharm el Sheij ha traído el silencio de las armas, la liberación de los rehenes y el alivio temporal de una tragedia humanitaria insoportable. Nadie........
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