Mariátegui: la salud del dogma
La superioridad de la ciencia, del “método científico”, frente a todo lo no-racional, el sentimiento, el arte, los sueños, la religión, la metafísica, el instinto, es característico del racionalismo europeo moderno hasta la primera guerra mundial.
Con el racionalismo de Kant, en el siglo XVIII, el deber se hace absoluto, otro nombre de Dios, se hace “imperativo categórico”: el deber por el deber, el deber sin razón, ni interés, ni egoísmo, ni deseo, el deber de cumplir con el deber, por el deber. Eso explica también -como respuesta- la tendencia de la filosofía contemporánea a alejarse de la ciencia, más allá de Kant, para acercarse más a la literatura y al arte –la interpretación y el punto de vista- a lo cual también se adelantó Mariátegui con su actitud literaria y periodística declaradamente anti académica, de poética condensación.
Mariátegui fue el primer pensador post moderno peruano, porque, paradójicamente, fue a la vez profundamente religioso y hombre de vanguardia política y cultural como nadie lo fue, salvo Francisco de Paula Gonzales Vigil en el siglo XIX. Más postmoderno no pudo ser. Pero el fondo era claramente religioso, en el sentido único de Mariátegui. Por eso en su caso y en el de Vigil es forzoso reflexionar sobre el significado particular que puede adoptar el vocablo “religión”, cosa que intenté hacer en dos libros sobre José Carlos Mariátegui.
La búsqueda de Dios es la búsqueda de la reunión mística con la totalidad de todo lo que habita el universo, sin excepción, toda la infinidad de lo existente. La superación de las separaciones, que son predominantemente mentales, psicológicas, porque, en la realidad real, todo está ligado con todo. Un volver a ligarse a ese todo supone una preparación........
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