El mensaje corre por grupos de Whasapp y por Instagram: “este finde, en Olombrada”. El otoño anticipa los fríos de la meseta y la gente necesita alicientes. Y qué mejor que refugiarse en los pueblos que saben todavía lo que es detener el tiempo para honrar a la vida y a la memoria. Las campanas llaman a fiesta y la gente responde con la calma orgullosa de quien sabe que la rutina siempre acaba volviendo, pero la alegría, si no se celebra, se muere. Por eso, el viernes 3, a las ocho y media, el aire ya huele a fiesta, a charanga y a vino recién abierto. La Reina y las Damas son recogidas como manda la costumbre, luciendo esa sonrisa que mezcla nervio y orgullo de ser protagonistas por un día. Luego, proclamación oficial y desfile por las peñas: música de charanga, vasos en alto, las calles que laten como una sola garganta. Y cuando cae la medianoche, la orquesta Malassia prende la mecha del baile, seguida por DJ Chris y Ocaña DJ, que prolongan hasta la madrugada la vieja liturgia de bailar hasta que duela. El sábado comienza más inocente: hinchables para los niños en el colegio. A la una, la charanga La Resaka abre el vermut, la excusa para........

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