En San Miguel de Bernuy se cuidan las tradiciones como se cuida a los viejos y a los niños, sabiendo que son su esencia y su futuro. Ya va cogiendo color la paleta casi mística del Duratón en otoño, y las fiestas en honor al Arcángel protector obligan a una visita al lugar que no admite excusa alguna.

El jueves 25 de septiembre, a las ocho de la tarde, una invitación a viajar por el tiempo de la mano de Silvia Bravo, que tiene buen ojo y paciencia, y recoge en una exposición fotográfica cómo ha cambiado San Miguel de Bernuy a lo largo del tiempo. Es la memoria en imágenes, un recordatorio de que hubo un ayer y que quizá por eso merece la pena celebrar el presente. Una vez alimentado el ojo y el espíritu, toca alimentar la barriga. El Ayuntamiento invita a todos a una caldereta en el salón multiusos. Una olla grande, humo, pan del bueno, vasos de vino y la certeza de que, en esa comunión, nadie se va con hambre. Lo patrocina la panadería Moneo, porque en los pueblos todo acaba oliendo a masa y a horno encendido.

El viernes 26 empieza el ruido. A las cinco de la tarde, en las antiguas escuelas, campeonato de brisca. Las cartas y el humo de los cigarros han sido siempre la universidad popular de la inteligencia rural. A las siete, los hinchables en el Puente Viejo. los críos brincando, los abuelos controlando y los padres charlando, que la infancia es la única etapa en que uno puede caerse y reírse de inmediato. La noche llega con música. A las once y media, la Orquesta Sonido convierte la plaza en un mar de cuerpos, cerveza y canciones. Entre descanso y descanso, los Quintos ’25 aprovechan para sacarse unas perras con un bingo que pone emoción en la concurrencia. A las cuatro y media de la madrugada, jamonada en el Chiringuito Puente Viejo. Jamón, pan y lo que caiga a esas horas en las que el hambre tira más que el cansancio. Y, cuando algunos ya no distinguen entre amanecer y resaca, a las cinco de la mañana aparece DJ Sergionez,........

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