Cantimpalos convoca a sus fiestas de verano
Hay pueblos que resisten a su manera, con más testarudez que solemnidad. Lugares donde la modernidad entra a empujones, pero siempre se queda en la puerta, esperando turno. Cantimpalos, a finales de agosto, es uno de ellos. Su programa de fiestas, que empieza con la semana cultural y desemboca en las patronales, parece escrito con la tinta obstinada de quienes saben que el rito, la memoria y la música valen más que cualquier pantalla luminosa. Y uno, al leerlo, no puede evitar pensar que en estas propuestas está escondida la verdadera biografía de un país.
El miércoles 27 de agosto arranca con juegos autóctonos, organizados por la Asociación de Jubilados. La imagen es poderosa: los viejos del lugar, que ya han visto bastante mundo sin moverse de la Plaza Mayor, enseñando a los chavales que hubo un tiempo en que el ocio no dependía de un algoritmo ni de un mando a distancia. Bolos, chito, rana, calva. Juegos que olían a polvo y a sol, recuperados entre risas. Y luego, al caer la noche, el baile de Sanum, un grupo que devuelve a la plaza su vocación de escenario compartido. Allí todo el mundo encuentra su hueco: los que se saben los pasos, los que improvisan y hasta los que prefieren mirar desde la sombra, cerveza en mano.
Al día siguiente, jueves 28, cambia el tono. La Peña Las Torpedo monta sus mini motos en la calle Real, y aquello se llena de ruido, humo y carreras diminutas. Una versión de bolsillo de las grandes pasiones de los mayores.
A las diez de la noche, bocadillos en la Plaza Mayor, que son la otra misa de este país: pan, chorizo, cerveza y conversación. Y, ya de madrugada, los recortes en la Plaza de Toros. El riesgo y la emoción en estado puro, sin estoque ni banderilla, el hombre frente al toro, sin más armas que sus piernas, su valentía y en el mejor de los casos una manta vieja por muleta. En ese gesto hay siglos de cultura condensados.
El viernes 29 llega el cambio de paso. La Semana Cultural cede el relevo a las Fiestas Patronales, y lo primero es la ofrenda de flores y el canto de la Salve a la Inmaculada Concepción. Religión y fiesta, inseparables en la vida española, se dan la mano.........
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