Hay pueblos que laten con el tempo lento de un reloj de arena y otros que corren como un acelerador de partículas. Trescasas pertenece a los segundos. Ha multiplicado la población en los últimos años y sigue creciendo. Estrenan comisión de festejos, lo que muestra que los vecinos quieren implicarse, en vez de que se lo den todo hecho, y han preparado un programa de fiestas con mimo y equilibrio: tienen su Rey Alejandro y su Reina Ainoa, tienen juegos para grandes y pequeños, el sentido homenaje a la Virgen del Rosario, charanga y conciertos con buenas orquestas.

El arranque, como debe ser, tiene algo de liturgia y algo de exceso. A las 19:30 horas, la Charanga Jarra y Pedal empieza a soplar sus metales y a sacudir los parches, como si llevara siglos aguardando ese momento. No es música, es dinamita en los pulmones. Detrás, las peñas, disfrazadas con un ingenio que mezcla la sorna castellana y la resaca del verano, desfilan por las calles. El recorrido desemboca en el Bar El Tío Honorio, donde aguarda la limonada especial, ese brebaje entre refresco inocente y combustible para la noche.

Ya en la Plaza Mayor, el concurso de disfraces multiplica los colores, las lentejuelas de saldo y el humor grotesco. Nadie viene a desfilar como en Venecia, sino a reírse de sí mismo y con los demás. Y entonces, a las 21:00, llega el pregón. Lo lanza Pepe Sánchez, vecino ilustre y reciente ganador del Goya a la mejor película de animación por Mariposas Negras. El pueblo escucha con respeto de misa mayor, pero también con ese orgullo mezquino y sincero de quien piensa: “uno de los nuestros ha llegado lejos, pero sigue brindando aquí”. Antes, claro, el nombramiento del rey y la reina de las fiestas, coronados entre aplausos, confeti y la certeza de que recordarán esa noche durante décadas.

La cena popular pone tierra firme bajo los pies de tanto entusiasmo. Hamburguesas calientes a siete euros, aliñadas con cerveza y charanga. A esa hora, Trescasas ya ha olvidado su aspecto habitual: es un hormiguero humano que vibra en la Plaza Rey Carlos III. La verbena del grupo Tritón, a las 23:30, prolonga la batalla contra el silencio hasta que las piernas aguantan.

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