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Simón Rodríguez, 256 Aniversario de su Nacimiento | Por: María Sara Vivas Araujo 

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03.11.2025

Por: María Sara Vivas Araujo

«Instruir no es educar, ni la instrucción puede ser un equivalente de la educación, aunque instruyendo se eduque»

Simón Rodríguez.

La educación puesta en el centro de la sociedad juntamente con el trabajo creador son instrumentos esenciales para el desarrollo y crecimiento de la nación, muy a propósito, como tiene que ser, a partir de los espacios pequeños, del lugar, de los municipios. Una educación en la equidad que devele genuina libertad, independencia, donde prevalezca la igualdad de oportunidades. Propulsar una educación que fragüe mujeres y hombres excepcionales. Autónomos, originales, con iniciativa y determinación; ciudadanos que persuasivos forjen ciudadanía en un obrar ético, educado, con clara comprensión de la realidad social en todos sus ámbitos.

El exordio despunta para decir que Simón Rodríguez, a edad muy temprana, y con la hondura de su pensamiento expedito para la crítica y el análisis, fue dilatando su vida intelectual, consustanciada con el pensar, aprender, saber y hacer; en una generosa y tenaz cohesión. No se trata de mitificar el hombre y su pasado, pero, sí de mirar y admirar su originalidad y la vigencia de su gran obra trascendental, en la cual invirtió toda su vida. Su ideario educativo pensado, expuesto, defendido con su propia seguridad y en tiempos de confrontación, de Independencia. En la actualidad, sus ideas educativas han de ser mudadas con urgencia del pretérito para construir en presente indicativo.

Resulta interesante cómo los libros llegaron a América. En primer término por encargo, luego, a través del libre comercio. A Caracas llegaron y, con ellos, la fascinación por la lectura que develó todo un horizonte plural. Época pletórica por el despertar que advertía los grandes acontecimientos científicos y culturales. Todo ello aderezó su pensamiento para la construcción de una presencia nacional. Era el advenimiento........

© Diario de Los Andes