Apología del rechazo
Un recital en México, en un ex convento de un pueblito con iglesias grandes como catedrales, como si hubiera sido la capital de un imperio teocrático al que un rayo marciano hubiera detenido hace cuatro siglos, cuando Buenos Aires era un caserío a la medida de los contrabandistas, asomando apenas del lodo de la costa. La poesía te lleva a lugares raros, y aquí estamos un día de sol y viento en esta asociación cultural donde nos reciben bondadosa y ceremonialmente. Somos diez o 12 poetas llegados de varios países de América Latina, y formamos parte de una banda mayor que está haciendo algo así como un encuentro en una ciudad más grande, a 80 kilómetros de aquí. Aquí nos toca hoy, entonces, y vamos a leer en lo que debe haber sido un aula o refectorio. Mientras lee la primera tanda, escucho sentado en una silla muy monástica, tengo al lado a un poeta chileno y cada tanto cruzamos gruñidos en sordina. Bastante a coro, aprobamos esto, desaprobamos aquello. De pronto, sobre el final de la lectura de un poeta que me gusta, él murmura: "Basta de humor, basta de referencias culturales, basta de maldito intertexto, por favor..."
Esta vuelta no estoy de acuerdo: el humor no me molesta, si es, como el del poema que acabamos de escuchar, sutil, ni me han molestado las referencias culturales, que en este caso no eran tontas ni tantas. Pero me gusta la fuerza del hastío de mi vecino, su rápido veneno me parece tener más calidad de "lectura" que el aplaudir medio indiferente/medio entusiasmado (en fin, medio) que se prodiga mecánicamente a cada poeta. Un poco de odio refresca este ambiente de aprobación ritual, subrayado tal vez por los pesados muros, por la bienvenida........
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