En esta sociedad marcada por la prisa, la inmediatez y la autoexigencia, cada vez son más las voces que alertan sobre un fenómeno que va más allá del cansancio físico: la trampa de la perfección. El estrés, la ansiedad o la depresión no siempre se manifiestan de forma evidente. A veces aparecen como dolores corporales —tensión cervical, indigestiones, mareos— y otras veces se expresan en forma de pensamientos repetitivos y ruido mental: “Esto que hago no tiene sentido”, “nunca es suficiente”, “debo hacerlo de esta manera para asegurarme el éxito” o “no puedo fallar”.

Ese diálogo interno (parálisis por análisis) puede llegar a bloquear y mantener a las personas en lo que suelo llamar “la antesala de la vida”: un estado en el que las ideas nunca se convierten en acción por miedo al error, a la anticipación de consecuencias negativas o al temor del juicio externo.

Resulta importante........

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