Nuestra riqueza depende del esfuerzo de quienes nos rodean
¿Alguna vez se ha detenido a pensar que su nivel de vida no depende únicamente de su trabajo, de sus ingresos o de su patrimonio, sino del esfuerzo de sus conciudadanos?
Podrá contar con una cuenta bancaria saneada, una buena formación y acceso a oportunidades. Pero si su entorno deja de esforzarse, si la comunidad en la que vive renuncia a producir, reparar, servir o construir, su riqueza se diluirá como sal en el agua. Porque la verdadera riqueza no reside en el dinero acumulado, sino en la capacidad productiva real de una sociedad: la suma de los oficios, conocimientos, vocaciones y trabajos anónimos que convierten las necesidades en soluciones.
Nadie come billetes. Nadie vive de derechos abstractos sin que alguien asuma la carga de convertirlos en realidades concretas.
Sin agricultores no hay comida. Sin mecánicos no hay movilidad. Sin operarios, ingenieros, soldadores o técnicos, no hay servicios, no hay infraestructuras, no hay industrias. Y cuando eso se pierde, el capital acumulado sirve de poco. Hay ejemplos trágicos en la historia donde, ante........
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