Los muros invisibles que bloquean los puertos de Tenerife
En 1989 se privatizó el mayor astillero de Las Palmas, construido con fondos públicos, entregando el control mayoritario a capital griego con un socio local minoritario. Desde ese momento, el modelo portuario de Canarias cambió radicalmente. Lo que parecía una liberalización terminó concentrando un poder inmenso en torno a un único actor que no opera como astillero industrial con personal propio, sino como mero gestor de recursos ajenos: capta contratos gracias a su posición estratégica, pero subcontrata casi toda la actividad técnica a talleres y autónomos dependientes.
Así se construyó un ecosistema cautivo. Hoy, la mayoría de proveedores y pequeñas empresas vinculadas a la reparación naval dependen de este operador para sostener más del 50% de su facturación anual. Esta dependencia alimenta auténticos muros invisibles: condiciones de exclusividad no escritas, presiones a quienes intenten trabajar con otros armadores o astilleros, y un férreo control de asociaciones empresariales mediante la delegación de votos, que convierte las juntas en meros trámites sin voz real para la disidencia.
Estos muros no aparecieron por casualidad. La desaparición de NUVASA, el histórico astillero público de Tenerife, no fue un accidente. Su director general declaró públicamente en 1991 que estaban obligados a cerrar, pese a contar con carga de trabajo y un proyecto........
© Diario de Avisos
