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Fidel, el Che y el 26 de julio

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27.07.2025

Símbolos imprescindibles

Los procesos históricos, sobre todo si tienen raíces y objetivos revolucionarios de carácter socialista, necesitan rostros que los encarnen y que simbolicen las demandas y las esperanzas de mayor significado para la sociedad. Este es el caso de Fidel y el Che en la Revolución cubana. Ambos forjaron una de las más hermosas y aleccionadoras relaciones de amistad de la historia contemporánea.

Más de una vez he escuchado comparar la hermandad entre ellos con la que existió entre Marx y Engels, y antes entre Bolívar y Sucre. Al indagar sobre los fundamentos de estas analogías, emergen de inmediato los de contenido ético. En los tres casos abundan estos elementos esenciales para la política y los políticos revolucionarios de hoy: las historias de lealtad mutua, el apego estricto a la verdad en el diálogo personal, la confianza para debatir los temas más sensibles de interés para la causa común, la austeridad y el espíritu de sacrificio, entre otros valores de relevancia intemporal.

En vísperas del 72 aniversario del asalto a los cuarteles Moncada de Santiago de Cuba y Carlos Manuel de Céspedes de Bayamo, el 26 de julio de 1953, y a pocas semanas del cumpleaños 99 de Fidel, estos apuntes mínimos seguirán el consejo dado por el Che a un combatiente del Ejército Rebelde que intentó reconstruir ciertos episodios de la guerra y le mandó su versión de la historia:

“La primera cosa que debe de hacer un revolucionario que escribe historia, es ceñirse a la verdad como un dedo en un guante. Tú lo hiciste, pero el guante era de boxeo y así no vale. Mi consejo: relee el artículo, quítale todo lo que tú sepas que no es verdad, y ten cuidado con todo lo que no te conste que es verdad”.

Fijada la premisa ética del enfoque, corresponde respetar, con criterio cronológico, el modo como el Che ponderó la figura de Fidel y el significado histórico del 26 de julio de 1953, a partir de su perspectiva política revolucionaria de base marxista y humanista. Y, lo que es inevitable, cómo Fidel lo valoró a él.

Convergencia de gigantes

En diciembre de 1953, en ocasión de su segundo recorrido por América Latina, en su tránsito por Ecuador, el joven Ernesto Guevara es motivado a vivir la experiencia revolucionaria que estaba en desarrollo en la Guatemala presidida por Jacobo Árbenz. En camino hacia esta meta, desde San José, Costa Rica, escribe a su tía Beatriz: “En Guatemala me perfeccionaré y lograré lo que me falta para ser un revolucionario auténtico”.

La decisión de dirigirse hacia Guatemala con el propósito de conocer y participar en una experiencia revolucionaria, denota un salto cualitativo en la evolución humana y política de quien por aquella ruta llegaría a convertirse en el Che Guevara. Fue un salto con respecto a su recorrido anterior, iniciado en diciembre de 1951 por Argentina, Chile, Perú, Colombia y Venezuela, tras el cual escribió sus “Notas de Viaje”, primera expresión de su cualidad de escritor de estilo conciso y profundo en ideas, de sus preocupaciones sociales y de la convicción que él subraya en ese texto: “el hombre, medida de todas las cosas”. De la Introducción se puede concluir que sus viajes no eran como las aventuras habituales en los jóvenes de “clase media” de la época:

“El personaje que escribió estas notas murió al pisar de nuevo tierra Argentina, el que las ordena y pule, “yo”, no soy yo; por lo menos no soy el mismo yo interior. Ese vagar sin rumbo por nuestra “Mayúscula América”, me ha cambiado más de lo que creí”. Y así sucedió en los hechos.

Transcurre el año 1954. El médico inquieto que........

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