Geopolítica: La era de los monstruos
¿Qué puede derivar de un mundo en el cual se impone una guerra de aranceles? Las líneas de suministro, que parten de los centros industriales hacia los mercados, se desvían de su rumbo y se conectan con otras regiones en ascenso, lo cual deja fuera del ruedo comercial a clientes tradicionales. Eso sucede si, como resultado del cambio, los vendedores siguen obteniendo rentabilidad. Pero para entender el pulso entre China y los Estados Unidos hay que valorar el papel del dólar como divisa universal, que ahora mismo crea más problemas que beneficios. Es un conflicto sostenerlo y más aún quitarlo de pronto. China posee la mayor cantidad de bonos de la deuda de los Estados Unidos en forma de dólares. Eso lo convierte en un país acreedor y a los norteamericanos en deudores. Una ecuación que, en épocas anteriores de la historia, fue la antesala de un traspaso global de poder. Pero si Beijing se deshace rápido de esa divisa sin transitar hacia un sistema financiero alternativo eficiente corre el riesgo de una recesión. ¿Está buscando Estados Unidos golpear su propia moneda para dañar de forma indirecta a China? En ese caso, los riesgos para Washington son también potenciales, pues puede quedar en entredicho el poder que hasta ahora han detentado y que cada vez menos se basa en sus exportaciones y sí en sus importaciones.
Estados Unidos es el mercado mayor del mundo, no por el número de habitantes, sino por la capacidad de compra de sus ciudadanos. Eso se basa en la emisión de deuda descontrolada de la Reserva Federal, lo cual se traduce en inflación. Un fenómeno que, hasta ahora, la expansión china ha podido aprovechar, tragándose toda esa cantidad de dólares y colocándolos como parte de su poder en reserva. Pero esa condición, aunque ha sido la fortaleza para sostener el nivel de vida de los norteamericanos, también funcionó como talón de Aquiles, ya que trajo consigo la desindustrialización de los países de Occidente y, por ende, la dependencia en las cadenas de suministros. Si mañana el dólar no fuera más la moneda corriente, Estados Unidos sería un mercado más en el cual los ciudadanos podrían comprar según lo que el país sea capaz de exportar en materia de PIB. O sea, tendría que existir una correspondencia entre el nivel de vida y el papel de la nación en el contexto económico mundial. Eso, actualmente, está distorsionado por la persistencia del dólar como moneda de cambio global, lo cual allana el camino de las mercancías chinas hacia los consumidores norteamericanos, pero coloca en desventaja el crecimiento de los Estados Unidos.
La dinámica, entendida por los nacionalistas como Trump, ha sido una doctrina de choque que corte la cadena de suministros y una contracción en el consumo, lo cual se traduce en mayor inflación. Un efecto que, en el caso de los hidrocarburos, Estados Unidos está tratando de paliar con el uso de la reserva de Texas y abriéndose paso en el estrecho de Ormuz con operaciones militares contra los hutíes. Lo que el gobierno republicano está planteando es: subirle a China el costo de exportación y con ello estimular a los capitales volátiles a emigrar hacia los Estados Unidos para tener allí condiciones directas y favorables de venta. Pero, ¿en qué tiempo........
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