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OPINIÓN: La cultura socialista. Anotaciones sobre un mapa de la Patria

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10.04.2025

No será suficiente. Tenemos que romper las cadenas del bloqueo, y de la ineficiencia. Superar la crisis energética y la inflación. Exportar más, producir más, innovar más. Pero no será suficiente. Economía sí, y cultura socialista. Porque la sociedad que construimos tiene sus pilotes en la cultura del ser; puede coexistir con la del tener, hegemónica en el mundo que nos incluye en tiempo y espacio, pero no extraviar su horizonte. La fuerza colectiva de nuestro empeño será proporcional al tamaño de los sueños, de las esperanzas que cultivemos. Si la meta se reduce a la recuperación de la capacidad adquisitiva, o de generación eléctrica; si las soluciones son técnicas, corremos el riesgo de que una parte de la sociedad tome el camino más “corto” y anteponga a cada una de esas fases el posesivo “mi”: “yo me procuro” el dinero, la luz, el bienestar. Si tengo la ayuda de un familiar, o logro de alguna manera levantar un negocito, tendré dinero; si consigo o compro una planta eléctrica y la instalo en mi casa, tendré luz. La prosperidad es una palabra que si se pronuncia en abstracto, no rebasa el tamaño y la altura de cada individuo, y se atrinchera tras los muros morales del capitalismo.

Si cada individuo construye un horizonte privado —me refiero a sus sueños, a sus esfuerzos y a sus logros— desconectados del entorno nacional, emergerán individuos materialmente prósperos, quizás, pero ¿se nos pedirá que luchemos juntos?, ¿cuál es el horizonte colectivo que nos hará trabajar o crear para todos? Si la motivación es solo la prosperidad individual (y ni siquiera media en ella la vocación o la necesidad agobiante de crear, de participar, porque escribir o componer, por ejemplo, solo son recursos para ganar más), usted podrá ser respetuoso de las leyes, de las normas, si estas se adaptan a sus necesidades crecientes, pero donde los intereses de la colectividad interfieran con los suyos habrá un punto de desencuentro. Y si la sociedad de enfrente le proporciona mejores condiciones de “crecimiento”, aunque desde niños sepamos que es enemiga acérrima de la nuestra —“las leyes americanas han dado al Norte alto grado de prosperidad, y lo han elevado también al más alto grado de corrupción. Lo han metalificado para hacerlo próspero. ¡Maldita sea la prosperidad a tanta costa!” advertía José Martí— ¿por qué no establecerse en ella?, ¿qué lo ata? Ese, probablemente piense usted, es un asunto que deben resolver los respectivos gobiernos.

Si falta el papel en Cuba, ¿por qué no........

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