“Affaire Gil”, la tormenta perfecta
LA HABANA, Cuba – Si el huracán Melissa ha sido para el régimen la “tormenta perfecta” para absorber donaciones y “reimpulsar” con ella la “economía represora”, el caso de Alejandro Gil Fernández, reflotado en el momento justo en que nuestras atenciones están en el desastre que vive el oriente cubano, tiende a convertirse no solo en distracción, en cortina de humo sino en algo peor, en esa ficción que pretende dejarnos como saldo la idea de que la corrupción en Cuba es un asunto puntual y no un problema sistémico, generado con total conocimiento y utilidad del mismo.
La corrupción como problema sistémico pero, además, el profundo fraccionamiento interno de una dictadura, cuando no la fallida “política de cuadros” que tan solo en los últimos cinco años ha dejado como saldo la destitución, pública o disimulada, de decenas de ministros, viceprimeros ministros, militares de rango y otros altos funcionarios bajo acusaciones gravísimas que, sin embargo, no causan la renuncia inmediata de todo un gabinete “continuista” que hoy se revela, por la naturaleza de los delitos imputados, como principal culpable de los “errores”........





















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