Descentralización en Chile: del centralismo histórico a la democracia territorial
En la tercera columna de esta serie sobre descentralización regional, tema que el autor estudia y analiza hace más de dos años, el investigador sostiene que el dilema del país ya no es si descentralizar o no, sino cómo hacerlo de manera efectiva y sostenible. Asegura que de la capacidad política para transferir competencias y recursos dependerá que las regiones se conviertan en motores de innovación y bienestar, o que persista la brecha con el centro.
Créditos imagen de portada: Salvador Pedrini / Agencia Uno
Desde 2018, Chile avanzó legislativamente hacia mayores competencias regionales: leyes recientes permitieron la elección popular de gobernadores regionales y ampliaron las atribuciones de los consejos regionales. Entonces, supuestamente, “lo que se hace en regiones se va a decidir en regiones”. Esto focalizará la inversión pública en infraestructura y la provisión de servicios según prioridades regionales.
Esto es lo que sucede en la casi totalidad de los países de la OCDE y lo que recomiendan los organismos internacionales en materia de eficiencia administrativa. Parafraseando a Mitterand (1981): “Chile necesitó del centralismo para construirse como Nación. Ahora necesita de la descentralización para transformarse en un país desarrollado”.
A continuación, presento las principales razones que se han señalado en relación con las ventajas y aspectos favorables de la descentralización.
Chile ha tenido un desarrollo “extremadamente centralista” con un sesgo anti-regiones; Santiago concentra gran parte de la toma de decisiones políticas y económicas. En el siglo XXI, caracterizado por VICA (Volatilidad, Incertidumbre, Complejidad y Ambigüedad), el centralismo se transforma en un obstáculo para la democracia y el bienestar ciudadano.
El territorio de Chile (sin la Antártica) tiene 756.626 km²; la Región Metropolitana, 15.403 km², y la comuna de Santiago, 641 km². En este contexto, las primeras elecciones de gobernadores regionales en el año 2021 constituyeron un cambio importante en la “democracia territorial”. Con autoridades legítimamente elegidas (gobernadores y GORE), las regiones han comenzado a definir su tipo de crecimiento, su patrón de desarrollo, así como a plantear soluciones locales para los problemas de su población.
La descentralización permite que los Gobiernos Regionales orienten directamente la inversión hacia proyectos urgentes para sus habitantes. Si contaran con mayores competencias y fondos propios, las regiones podrían asignar recursos con mayor rapidez y pertinencia, aprovechando su conocimiento e información local.
Chile es uno de los países de la OCDE con menor recaudación subnacional (3,2% del PIB versus 16% promedio OCDE). Esto explica que la mayoría de los municipios dependa de transferencias centrales (51,1% de ingresos municipales, frente al 38% promedio OCDE). Una mayor descentralización fiscal (fondos y atribuciones locales) reduciría esta dependencia e incentivaría una asignación más pertinente con prioridades locales.
La racionalidad económica y la literatura sugieren que la proximidad a empresas y sociedad civil suele generar “una mejor........
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