Testimonio desde la Escalinata: Un concierto acorralado
Por Alina Arcos Fernández-Britto*
Vivo desde que nací a cinco cuadras de la Universidad de La Habana. Estudié y trabajo a una cuadra de ella. No recuerdo un concierto realizado allí, de las decenas de los que he sido testigo, que la tarima donde actuaran los músicos, mirara a la Escalinata de la Universidad, en lugar de a la calle San Lázaro, donde siempre había podido acudir todo el que lo deseara. Y mientras más público asistiera, pues mejor y más vivificante, para el o los artistas que daban el concierto y probablemente mayor comunión de los asistentes entre sí y con el o los artista(s). Los conciertos al aire libre suelen ser “un fenómeno de masas”.
No fue así ayer. Es demasiado simbólico el hecho de que, esta vez, el escenario fue dispuesto de frente al Alma Máter y, en consecuencia, de espaldas a la calle por donde transita y vive el pueblo y en donde se hubiera podido reunir (como tantas otras veces) cualquier cantidad de cubanos que quisieran llegarse hasta allí a ver y oír a Silvio Rodríguez, un fenómeno cultural y hasta cierto punto identitario de mi generación, de la de mis padres… y contra todo pronóstico, también de la de mis hijas, que sí........
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