menu_open Columnists
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close

Apuntes sobre el antievismo

9 1
sunday

En estos tiempos electorales turbulentos, ha resurgido el “antievismo” con nuevos matices, aunque sustentado en los mismos argumentos clasistas y racistas históricos contra la “indiada”: la presunta «incapacidad inherente, inmoralidad y corrupción del indio».

Durante la década de los 90, en pleno periodo neoliberal (1985-2005), la irrupción del movimiento campesino constituyó el hecho político más relevante del campo popular por su proyección, propuestas y consolidación como nueva vanguardia tras la derrota del movimiento obrero en la Marcha por la Vida (1986).

El sector cocalero del Chapare, parte de este movimiento, ganó notoriedad por su capacidad organizativa —herencia del sindicalismo minero—, su reivindicación identitaria, la defensa de la hoja de coca y su capacidad de movilización. Esto equiparó a sus líderes con los de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), máximo referente campesino, e incluso con la debilitada Central Obrera Boliviana (COB). En este contexto, emergió la figura de Evo Morales, quien en los debates nacionales impulsó determinaciones radicales: reconocer al movimiento indígena-originario-campesino como sujeto histórico de la revolución boliviana; construir un instrumento político —no un fin— articulado con otros instrumentos (culturales, económicas); y defender un horizonte anticolonial, antiimperialista y anticapitalista hacia el “socialismo comunitario”.

Así se abrió un proceso de acumulación de luchas populares que en 2005 sería capitalizado por Morales, su partido (MAS) y su proyecto, generando una base de detractores encarnada principalmente por los defensores del modelo neoliberal.

La resistencia del movimiento cocalero al neoliberalismo, particularmente en la defensa de la........

© bolpress