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La traición no impidió la Guerra Necesaria

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15.01.2025

Aunque el decomiso de las armas por la Aduana yanqui pospuso el inicio del levantamiento, este al final se produjo por voluntad de los patriotas residentes en Cuba

La cobardía y la maldad de un mal cubano habían asestado un duro golpe a la causa independentista. El destino de dos de los barcos que formaban parte de la expedición formidable organizada por José Martí para iniciar la insurrección en 1895, había sido delatado a las autoridades yanquis, las cuales comenzaron a adoptar las medidas pertinentes.

Funcionarios de la Aduana estadounidense impidieron partir del puerto floridano de Fernandina al yate Lagonda, cumpliendo una orden del departamento de Hacienda. Luego el buque Baracoa sufrió igual trato, pero al no hallarse material comprometedor alguno, se dejó sin efecto su detención. Refugiado en la casa del doctor Ramón Miranda para eludir la persecución policiaca, Martí le había avisado mediante un cablegrama a Máximo Gómez de la imposibilidad de continuar con el plan expedicionario. En ese hogar supo el 15 de enero de 1895 de la retención de la nave Amadís en Savannah, Georgia. Al día siguiente barco y tripulación quedaron en libertad.

En carta a Juan Gualberto Gómez, fechada el 17 de enero, el Delegado explicaría lo sucedido: “No emplearé palabra innecesaria para las amargas noticias que tengo que comunicarle […] Sustituiré el lamento inútil con la declaración de que renuevo inmediatamente, por distinto rumbo, la labor que la cobardía de un hombre ha asesinado […].

”Tres vapores, con cargo amplio y excelente, iban a caer a la vez sobre la Isla. Al salir el primero, se echan sobre él, y se pierde la quinta parte del armamento total, cuyo resto parece hasta hoy salvado […] un coronel cubano escogido por un grupo de expedicionarios para conducirlos, se negó, ya en los días mismos de salir, a hacerlo en las condiciones aceptadas por las cabezas de los demás grupos”.

En realidad, según contaban sus coetáneos, Fernando López de Queralta -como se llamaba el traidor- rebosaba ira por no haber podido lograr para sí la comisión de la última compra de armas ni estaba de acuerdo con quedarse en Cuba e incorporarse a la insurrección una vez desembarcado el grupo al cual iba a guiar. Depositario de una parte de las armas desde hacía más de un año, este coronel del 68, cuando las envió a la Fernandina lo hizo rotulándolas como “artículos militares” y con cajas de cápsulas mal cerradas (por esa causa varias se abrieron), a pesar de las instrucciones expresas de Martí, ante lo cual se vieron precisados a recoger el cargamento a toda prisa y........

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