Proyecto Escaramujo: por la utilidad de la virtud
Con casi quince años de fundado, el Proyecto Escaramujo se ha convertido en un oasis de creación de valores y superación personal para muchos adolescentes que una vez “torcieron sus pasos”. Ha sido, además, un puente de comunicación entre jóvenes universitarios unidos por la utilidad de la virtud
Rodolfo entró por primera vez a la Escuela de Formación Integral José Martí (EFI)* con una mezcla de curiosidad y expectación. Corría el año 2008 y él cursaba el tercero de la licenciatura en periodismo. Había llegado allí casi por azar, o por esas situaciones inexplicables del destino, pues lo habían enviado a una cobertura en la que coincidían varios medios de prensa nacionales y extranjeros.
“La visita era bastante guiada, y alguien mencionó que los adolescentes que allí estudiaban habían cometido hechos que la ley tipifica como delitos”—recuerda.
Apenas cruzó el umbral, su mirada se encontró con la de los muchachos, la mayoría varones. El guía les explicó sobre el programa educativo diseñado para los menores de 16 años que hubiesen cometido aquellos hechos. El objetivo era conseguir que reformaran sus conductas y luego pudieran reinsertarse a la sociedad.
No imaginó que el encuentro con uno de los internos le cambiaría la vida para siempre. Era un muchacho alto, mulato, delgado, pero de contextura fuerte, que usaba el uniforme de la escuela. Aunque luego supo que tenía 16 años, su expresión intimidante, un poco huraña y ceñuda le hacía parecer mayor. No obstante, al acercarse, el adolescente se mostró más amable de lo que Rodolfo imaginara.
—¿Tienes un cigarro? —preguntó con cierta cautela, y fue la primera vez en su vida que el joven universitario lamentó no fumar: sintió que estaba perdiendo la oportunidad perfecta para iniciar una conversación con fines periodísticos.
Ambos intercambiaron un par de palabras antes de despedirse. Rodolfo no sabía si debía atreverse o no, pero le ganaba la curiosidad del reportero, así que preguntó:
—¿Y tú por qué estás aquí?
El joven lo miró a los ojos, como si nunca hubiese esperado aquel disparo, bajó la cabeza y, con cierto pudor, le confesó:
—Por asesinato.
“Quedé desconcertado —confiesa Rodolfo—. Luego supe que probablemente me había encontrado con el único que estuviera en la escuela por ese motivo, porque, afortunadamente, es el menos común de los delitos cometidos por quienes están allí. La mayoría de los adolescentes llegan por acciones menores: robo con fuerza, lesiones, por deambular. Aun así, aquello me impactó, y me propuse volver a la escuela: quería contar la historia de aquellos muchachos, ausente prácticamente de la narrativa de los medios de prensa”.
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Rodolfo Romero escribiendo el borrador de lo que luego sería la tesis de doctorado, un análisis de los primeros 10 años del Proyecto Escaramujo. / Cortesía del entrevistadoDos años después, Rodolfo Romero Reyes estaría al frente del taller de comunicación audiovisual con adolescentes de la Escuela de Formación Integral José Martí, embrión del proyecto Escaramujo, que comenzó el 10 de enero de 2010.
“A finales de cuarto año de la carrera, tenía claro que quería hacer un documental sobre esos adolescentes y que fuera mi tesis de licenciatura. Lo conversé con dos profesores, Rolando Segura y Dasniel Olivera; los dos contribuyeron a que mi tema fuese evolucionando. El primero me habló de antropología audiovisual, y el segundo, de educación popular. Después de ir a un seminario con Adolfo Colombres e intercambiar con varios educadores populares del Centro Memorial Martin Luther King Jr., decidí que lo más novedoso y útil sería que ellos aprendieran a hacer su propio documental, y que ese ejercicio les........
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