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¿Cuándo se jodió Silicon Valley?: el rol de Elon, Trump y una gran posibilidad para Kast

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En otras palabras, que Silicon Valley en general consideraba más ético optimizar anuncios de “Doritos” (para aumentar su venta y consumo) que ayudar a su país a desarrollar una tecnología que les permitiera hacer seguimientos diarios a grupos de potencial terrorista o identificar objetivos militares externos con mayor precisión y rapidez.

“La República Tecnológica” (Penguin, 2025) fue declarado best seller del año luego de varias semanas en el primer lugar de la lista de recomendaciones del New York Times.

Su tesis central es que “Silicon Valley ha perdido su rumbo”. Y que es urgente tomar medidas, porque el futuro dependerá más de las nuevas tecnologías que de cualquier cosa que se discuta en foros políticos. Todo ello, no permite tener posiciones neutrales, políticamente correctas, o “cómodas”.

Su autor, Alexander Karp, sorprende desde un principio, porque no sólo es un ejecutivo bien pagado (literalmente, el mejor pagado) de una gigante tecnológica. Es amigo y socio de infancia del gran Peter Thiel, y antes siquiera de pensar en convertirse en un genio tech realizó un PhD en “Teoría Social” en Frankfurt. Sólo después de una larga vuelta se animó a crear, siempre con Thiel como socio, “Palantir”, la megaempresa tecnológica que hoy provee inteligencia crítica altamente estratégica al Pentágono y otras agencias de seguridad de EEUU y desde hace algún tiempo, a algunos países de Europa y la OTAN.

Sus servicios son considerados claves para para intervenciones discretas y altamente quirúrgicas, muchas veces casi imperceptibles. U otras de mayor escala, pero igual grado de sofisticación (se dice que el escondite de Osama Bin Laden, por ejemplo, fue entregado por ellos, a través del tratamiento masivo de datos).

Pero, aunque el libro destina largas secciones a hablar de Palantir y sus logros, su punto central es otro muy distinto: denunciar que de un largo tiempo hasta ahora, los mejores ingenieros tecnológicos de EEUU y las empresas que los cobijan parecen más dedicados a perfeccionar algoritmos para aumentar en 0.1 segundo la atención de los usuarios, monetizar la adicción que generan, y vender nuevos filtros de fotos para profitar de la inseguridad corporal de adolescentes.

Mientras tanto, China, con un plan estatalmente dirigido, invierte miles de millones anuales en IA militar. Rusia hackea redes occidentales, y Korea e Iran actúan coordinados. Todo ello, sin dilemas morales, ni procesos participativos, ni permisos sectoriales.

En los tiempos de la Guerra Fría, por ejemplo, los rusos demostraron que........

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