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Es hora que al Ministerio de educación llegue un experto y doliente en la materia

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10.10.2024

Los gobiernos de la IV República, para ser sinceros y reconocer lo que bien se hace, sin pensar en quién, ponían cuidado en escoger sus ministros. Si se trataba de hacer un buen negocio escogían el mejor y conveniente. Pero eran un tanto "escrupulosos" al escoger y, en buena medida, aplicaban aquello de "zapatero, a tus zapatos".

En el área educativa, siempre hubo al frente, bien gobernase AD o Copei, un personaje de alto nivel académico, intelectual y especializado en el área. No tomaban a cualquiera, por acuerdos internos o conveniencia, sin que el escogido no tuviese o atesorase las cualidades que el cargo demandaba. Unas de las pocas excepciones de esta conducta, se halla en la presencia, al frente del Ministerio de Educación de la figura de Gustavo Roosen, quien por cierto era abogado, con título de postgrado en esa misma área y dedicado, en gran medida a los negocios, como inversionista o simple asesor. Antes de ese nombramiento, había sido, por años, gerente de la compañía privada de teléfonos. Aparte de ser un personaje ajeno al mundo de la educación, fue el primer ministro de educación proveniente del sector privado de la economía y no del área educativa. Si revisamos el currículo del personaje, el cual coloco abajo, como hijo "de padres" que fue, se hallan muchas cosas, como título de la universidad de Harvard, pero nada que le vincule al área educativa, esa de la técnica del aprender enseñando y menos a Luis Beltrán Prieto, Luis Manuel Peñalver, Rafael Pizani y menos al brasileño Paulo Freire. Lo suyo eran los negocios.

Era aquel un momento, tiempo de CAP, cuando las luchas magisteriales por el salario habían alcanzado una gran persistencia y hasta soñada unidad, tanto entre sectores oposicionistas y de estos con quienes apoyaban al gobierno. Años atrás, se había aprobado el primer contrato de trabajo para proteger a los docentes y en donde a estos se les definió como trabajadores y no empleados públicos.

El nombramiento de Rossen estuvo destinado a contener aquellas luchas, en los tiempos del segundo gobierno de CAP, donde los compromisos con el FMI imponían, como es habitual, recostar la crisis en los trabajadores y nadie mejor para eso que poner al frente del Ministerio de Educación, el sector más combativo de los trabajadores, un personaje neoliberal, de mentalidad empresarial, no de educador, por lo que su táctica estuvo centrada en negar todo reclamo, sin importar las persistentes e innecesarias huelgas que deterioraban el sistema escolar público e incitaban a los padres, hasta docentes mismos, a trasladar a sus hijos a las escuelas privadas. Y eso, Rossen, en buena medida, la........

© Aporrea


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