Cuenta la leyenda: La Diócesis de Paria
Cuando los holandeses andaban en Castillas.
Las Indias, factorías flamencas, la colonización del Oriente, entre el Mar Caribe y el Amazonas. La mayor Diócesis del mundo
No es cierto que los holandeses nos hayan arrebatado parte de Guayana. La región que ocuparon, y que ya se llamaba Surinam, nunca había sido nuestra. Para poseer Surinam hubiéramos tenido que ocuparla y defenderla. Y nunca hicimos lo posible.
Además, pocos recuerdan que los holandeses (flamencos, como entonces se les llamaba) fueron por tiempo señores de España, ennoviados de nuestra tierra y defensores de las Indias españolas, antes de meterse a contrabandistas por el embargo de la sal. Más aún, el primer obispo nombrado para toda Venezuela era de origen holandés y designado por un rey también holandés que mandaba en España, si a usted le sorprende esa historia, atrévase a leer lo que continua.
Cuando los holandeses mandaban en Castilla
El que iba a ser Carlos I de España y V de Alemania, había nacido en la ciudad de Gante, en los países bajos, que para esa época se conocía como Flandes, su idioma era el francés. Aprendió latín y algo de alemán, pero nada de castellano, no le hacia falta. Por ser hijo de Felipe “El Hermoso” y Juana “La Loca”, iba a ser rey de España. Pero desde los Países Bajos.
Tuvo que viajar a España, de mala gana, porque los indígenas de ese país le hicieron saber que no sería reconocido como rey si no se presentaba ante las cortes de Castilla y Aragón para jurar los fueros, derechos y privilegios de los pobladores de esos reinos. Los holandeses consideraron que esa exigencia era presuntuosa. Pero el Rey de Inglaterra, Enrique VIII, les explicó que los españoles eran muy tercos, soberbios y chapados a la antigua, por lo que les convenía disimular y presentarse ante las Cortes. Incluso ofreció pagar los gastos de viaje.
La avalancha francesa
En 1517, Carlos se embarcó en Amberes, con 200 nobles de aquellas tierras, para viajar a Castilla. El mar alborotado les apartó de Laredo, el cual era el puerto de destino, y les llevó a Villaviciosa, una modestísima aldea de Asturias. Como nadie esperaba a un príncipe, los aldeanos les atacaron con piedras, palos, hoces y jaculatoria. Un obispo español, que iba en la comitiva, logró convérseles de que no eran moros, sino el nuevo rey de España con su sequito. Llenos de júbilo, a pesar de la barrera del idioma, los vecinos les regalaron 8 bueyes, 24 carneros, pan y vino, y organizaron una corrida de toros en honor al príncipe. Pero no pudieron encontrar una cama, y todos los viajeros, con Carlos incluido, durmieron sobe un colchón de paja improvisado. No hacía falta más para que los nobles flamencos terminaran de convencerse de que lo único que se necesitaba de Castilla y Aragón, era el metal precioso que venia de Las Indias. El resto: o sea, la cultura, la industria, el comercio, y los gobernantes lo pondrían ellos. Y la capital estaría en Los Países Bajos.
Los juramentos del Rey
Los castellanos, reunidos en Valladolid, le hicieron jurar que no entregaría cargos de gobierno a quien no fuese español; y que no saldría de España el oro de Castilla. El señor de Chievres y Adriano de Utrecht (que ya era cardenal) le animaron a firmar lo que no iba a cumplir. A cambio de esa “generosidad” exigieron que las Cortes de Castilla les entregaran 600.000 ducados.
A los pocos días, todos los nobles de los Países Bajos recibieron carta de ciudadanía castellana (para que luego hablemos mal de la DIEX!) Y antes de una semana, el señor Chievres era designado Contador Mayor de Castilla, con el derecho al nombramiento de todos los funcionarios que fuesen a las Indias. Su sobrino, Guillermo de Croy, jovenzuelo libertino de 20 años de edad, que ya era obispo en Cambray, fue nombrado arzobispo en Toledo, con renta de 250.000 ducados. Por cierto, que el sinvergüenza avisó que le enviasen la renta, porque no tenía tiempo para venir a buscarla. Adriano quedó como primer consejero y obispo de Tortosa. El medico de Carlos, otro holandés, fue nombrado obispo del Tuy (el de allá, no el de acá) y los demás flamencos se repartieron los cargos del Consejo de Estado, que tenían las mejores rentas en ducados. Las Indias serían factorías flamencas.
El oro que llegaba a Las Indias a la península Ibérica, se convertía en géneros y mercancías de los Países Bajos, que desarrollaron la mejor industria de........





















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