Baba de caracol
Días estos de arrastre, de baba de caracol. Cerrada la puerta de la Navidad, el solsticio de invierno coge velocidad y de repente zas, te das cuenta de que tu tiempo, el que importa, el de tu calendario particular, cerrado ya el de Pirelli, ha forzado la llave una tuerca más. Entrar en un nuevo año es sumar y restar, pero lo que duele de verdad, como escanda entre uña y carne, es descontar. Las emociones están tiznadas de rocío, tiritan por la cencellada y se ponen de punta cuando el viento saca a relucir su mala hostia.
Uno, no sé, está más sensible y se deja arrastrar por esos malos pensamientos que afloran y cogen velocidad, como los manantiales en invierno, de madrugada. Y eres más........
© La Opinión de Zamora
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