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Liderar en entornos BANI: lecciones de un proceso personal

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10.10.2025

En los últimos meses he atravesado una de las experiencias más desafiantes de mi vida: acompañar la enfermedad de mi padre, enfrentar su fallecimiento y gestionar las múltiples exigencias posteriores. Más allá del dolor personal, esta vivencia me permitió observar con claridad cómo las competencias de liderazgo, resiliencia y gestión estratégica se ponen a prueba no solo en el ámbito profesional, sino también en la esfera más íntima de la vida.

A este recorrido lo he denominado “las tres fases del proceso”. Cada una de ellas constituye un espejo de lo que significa liderar en un mundo definido por la fragilidad (brittle), la ansiedad (anxious), la no linealidad (non-linear) y lo incomprensible (incomprehensible): lo que llamamos un entorno BANI.

El diagnóstico era conocido, pero la recaída final de mi padre lo llevó a permanecer hospitalizado casi 60 días. Durante ese periodo, me vi obligado a equilibrar tres exigencias: mantener mis responsabilidades profesionales y ejecutivas, estar presente a su lado y atender una amplia gama de asuntos personales y familiares. La carga emocional era intensa, pero no había espacio para detenerme: las decisiones debían tomarse, los proyectos continuaban y, al mismo tiempo, cada visita al hospital representaba una confrontación con la vulnerabilidad humana.

En esta etapa, la fragilidad se manifestó con crudeza: nada era seguro y las condiciones podían cambiar radicalmente en cuestión de horas. Así como en los mercados y en los sistemas organizacionales, la estabilidad era aparente y efímera. La lección para el liderazgo es clara: la fragilidad no se combate con control absoluto, sino con organización, adaptabilidad y resiliencia. Enfrentar la enfermedad y agonía de........

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