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Señal y ruido. El dilema eterno entre lo fundamental y lo técnico

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thursday

“La llave para el éxito a largo plazo no está en aprender a predecir el futuro, sino en aprender cómo reaccionar a lo inesperado”— Michael Mauboussin, The Success Equation.

En finanzas, como en la vida, lo difícil no es encontrar información, sino saber cuál importa. Invertimos rodeados de datos, proyecciones, y opiniones. Pero entre esa sobrecarga informativa, lo esencial no es tener más datos, sino distinguir entre señal y ruido.

La distinción parece sencilla: la señal es aquello que anticipa o explica correctamente los resultados. El ruido es lo demás. Pero en la práctica, esta frontera es difusa. Lo que un inversionista considera una señal, otro lo interpreta como ruido y viceversa.

En el mundo bursátil, hay dos grandes escuelas que intentan ordenar el caos.

La primera es el análisis fundamental, que busca entender el valor intrínseco de un activo a través de sus ingresos, márgenes, activos, ventajas competitivas y perspectivas de crecimiento. Aquí, los resultados son la señal. Si la empresa gana dinero consistentemente y tiene un modelo sólido, el precio eventualmente reflejará ese valor. Todo lo demás —la volatilidad del día, las narrativas de moda, el ruido mediático—se descarta como distracción.

La segunda es el análisis técnico, que observa exclusivamente el comportamiento del precio. Si el activo sube con volumen creciente, rompe resistencias o sigue una tendencia clara, hay una oportunidad. Aquí, el precio es la señal. Lo demás —resultados, apalancamiento, flujos de efectivo—puede ser irrelevante o incluso engañoso. Porque en esta escuela se considera que el precio........

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