La mirada sesgada
El ritual de estas últimas semanas iba más o menos así: me encontraba a alguien y me preguntaba por las elecciones en los EE. UU., probablemente sabedor de mi interés permanente por la política norteamericana. Convencida, le respondía que ganaría Trump con diferencia y, al momento, reacción de sorpresa mayúscula: "¿segura? Pero si Kamala es muy buena. Si los medios dicen...". Y entonces empezaba una larga perorata sobre las plagas bíblicas que caerían sobre la humanidad si Trump llegaba a la Casa Blanca. Finalmente liberado, el amigo llegaba a la conspicua conclusión de que yo estaba equivocada. Y así, desmentida mi escalofriante hipótesis, disfrutaba de un tiempo añadido de felicidad, inventándose unos Estados Unidos a medida, de los que no sabía nada, ni entendía nada.
Ni sigue entendiendo nada. Uno de los fenómenos más curiosos de estos tiempos extraños es que la mayoría de los medios europeos no informan sobre la realidad americana, sino una especie de fábula sobre una realidad virtual que se inspira en la América que ellos querrían. Por eso erran siempre en los pronósticos, y por eso mismo han dejado de ser creíbles. En algún momento tendremos que hablar de este periodismo que publica más opinión que información, y que explica la realidad en función de sus deseos y sus prejuicios. Nunca en la historia de la humanidad habíamos estado tan informados, y nunca habíamos sufrido de una desinformación mayor. La fuerza viral de las redes y su capacidad de seducción han impregnado los grandes medios, más preocupados por la inmediatez de la información que por su calidad.
Pero,........
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